jueves, 2 de septiembre de 2010

Rómulo Betancourt al desnudo: acerca de “El procónsul…” de Sant Roz


El pasado martes 31 de agosto del 2010, en la Librería del Sur del Teresa Carreño (Caracas), se presentó el libro del profesor José Sant Roz: “El Procónsul Rómulo Betancourt. Memorias de la degeneración de un país” (Caracas, bajo el sello editorial Monte Ávila Latinoamericana, mayo 2010). El texto como tal se imprime en Guarenas, lugar de muchas andanzas del personaje en estudio: ¿será casualidad? Por otra parte, es un libro que viene a llenar un vacío importante que ha existido para la comprensión real de lo que fue la “democracia representativa”.

El autor, Sant Roz, ya nos había enterado de situaciones importantes en el ámbito de la historia nacional; sus trabajos “Bolívar y Chávez” (2003) y “Bolívar y Santander” (2005), dan plena demostración de que la historia no ha sido contada como es. Confieso que como preocupado por el acontecer histórico nacional, siempre me dejé estigmatizar por personajes como Manuel Caballero y Guillermo Morón; gente a la cual tu no te puedes acercar porque te tragan con su soberbia; son sólo ellos los portadores de una verdad, pero no tienen la decencia de guardársela, sino que la imponen. Gente como Sant Roz, que si es como escribe sé que no le va mucho eso, deberían ser los gestores de esa academia que necesita nuestro pueblo y no el disfraz, apátrida de quienes arropados en las banderas de “sus verdades” desprestigian la verdad que ha vivido el pueblo.

El libro “El Procónsul…”, de 747 páginas, con anexos de imágenes, y 94 referencias bibliográficas consultadas, sin incluir las entrevistas a personalidades que vivieron esa historia, se convierte en un referente de autoridad para profundizar el peso específico que significó Rómulo Betancourt. No porque Betancourt fuera un “mal hombre”, sino porque representó la “cola” de esa bestia creada por la oligarquía a partir de 1830. Él hizo lo que tenía que hacer: escribió un libro, “Venezuela, política y petróleo”, en el cual se muestra tal cual es…

Tocando a fondo lo anterior, valga citar el juicioso análisis que al respecto hace Sant Roz: “Venezuela, política y petróleo parece escrita por alguien que no se siente venezolano, que ve los acontecimientos de lejos, como si no le incumbiesen mucho. Va diseccionando, como un médico patólogo, frío e indiferente, que practica la autopsia al cadáver de una república desahuciada ya en 1830. En casi todas sus referencias utiliza libros, archivos y artículos de prensa norteamericanos, como si con este aval sus argumentos ganasen altura y distinción.” (p.XVI)

Rómulo Betancourt (1908-1981), el que todos conocemos, fue un político venezolano, presidente de la República (1945-1948; 1959-1964); según nos cuenta Sant Roz, nació en Guatire, estado Miranda, un 22 de febrero de 1908; se graduó de abogado y en 1928 participó en las manifestaciones universitarias llevadas a cabo contra el presidente Juan Vicente Gómez; este hecho causó su exilió en la isla antillana de Curazao, un aparte acerca de este punto lo trata con pertinencia Sant Roz, pero no lo nombro para que lean el libro.

Sant Roz inicia su ensayo haciendo alusión a la infancia y juventud del hombre de la pipa; abarca cinco partes, haciendo énfasis en los hechos del 18 de octubre del 45, sus exilios, sus acciones políticas y el reposo del caudillo, que para Sant Roz significa el auto-aislamiento, físico y anímico, de un guerrero que renunciaba a todo por “la falta de valor para enfrentar a su ex ministro (Carlos Andrés Pérez), (optando) por sacarle el cuerpo a su gestión, porque se estaba exponiendo peligrosamente a que fuera señalado también de delincuente…” (p.716)

Finalmente, “El Procónsul…”, quien se quiso crear una imagen propia, siempre terminó por parecerse a quienes atacaba o traicionaba: “…no fueron meras casualidades las coincidencias que se dieron entre Pérez Jiménez y Betancourt para derrocar a Isaías Medina Angarita, sino la confluencia de dos personalidades muy afines en sus ambiciones políticas y morales. Dos personalidades imbuidas de un mismo modelo materialista, tecnocrático, sensualista y liberal”. (p.727) Por esta, y por muchas razones más, hay que leer estas reflexiones sustentadas de un guariqueño que se fue a Mérida y que desde el trono de las montañas andinas, tiene la sapiencia de ayudarnos a describir, explicar y comprender la verdad que ha vivido el pueblo.

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