martes, 10 de agosto de 2010

Entrevista al autor del libro "La formación de la mentalidad sumisa", sugerido por el Presidente Chávez en su programa del domingo 09/08/2010



Ilustración: Acrílico de Fabrini, 2005.

Entrevista con Vicente Romano

por Helen Hernández Hormilla

La sociedad moderna es hoy un cúmulo de influencias mediáticas. El tema de la globalización abarca todos los centros de atención, ante una humanidad cada vez más enajenada, donde los mensajes de los medios sustituyen en muchos de los casos los espacios de comunicación interpersonal. Para muchos expertos, es este uno de los temas más inquietantes en el nuevo siglo, pues la brecha tecnológica e informativa lleva pasos de gigante.

En una ciencia tan joven como es la Comunicación, resulta grato encontrar alguien que haya dedicado toda su vida a reflexionar sobre estas problemáticas. El profesor español Vicente Romano no repara en declararse un comunicólogo y como tal propicia un diálogo ágil y entretenido, en el cual no parece pasar el tiempo. Ha llegado a La Habana para presentar su libro La formación de la mentalidad sumisa, publicado por la editorial cubana Ciencias Sociales y presentado en la XV Feria Internacional del Libro de La Habana.

“Este libro analiza de una forma bastante didáctica la génesis de las opiniones. Para determinar cómo se forma una opinión, deben analizarse los factores que la determinan, los conocimientos, las experiencias, etcétera. Naturalmente hablo de la sociedad que yo conozco, la sociedad en la que yo vivo, y allí la inmensa mayoría de las experiencias no son directas, sino mediadas a través de lo que el teórico McLuhan llamaba, ‘el habla sin muros’. O sea, perneadas por eso que se llama medios de comunicación de masas, un eufemismo falso porque ni los medios de comunicación son de las masas ―son de propietarios muy concretos― ni las masas se comunican a través de los medios.

“Lo que analiza el libro es cómo se forman estas opiniones, cómo se asimilan y se adquieren esos valores con los que uno se identifica. Eso es lo que Bourdieu y otros franceses llamaban violencia simbólica, que es la imposición de significados, de signos, hasta el punto que uno se identifique con ellos. Cómo se doblegan mentes y voluntades, y se alimenta el mito de una sociedad libre. También expongo la necesidad de reconocer esos factores para liberarnos. Si no los identificamos, no podremos, naturalmente, sacudírnoslos de encima.”

¿Cuáles son estos factores?

―Existen tres factores que para mí son decisivos en la formación de esta mentalidad en nuestras sociedades. En primer lugar, la enseñanza, pues en nuestras sociedades los conocimientos adquiridos por los jóvenes antes de llegar a la universidad provienen fundamentalmente de los medios. El otro factor es la violencia, sobre todo la violencia simbólica, la relación que hay entre violencia y medios, un fenómeno bastante estudiado. Sobre el tema de si los medios inducen a más violencia o no, la peor consecuencia no es a mi criterio esta violencia constante que tenemos ahora. El efecto principal es que el teleespectador asume que los problemas se solucionan con un acto violento y no con razonamientos ni con argumentos. El otro elemento es el entretenimiento, que es el contacto con lo que nos sostiene, la compensación de nuestras carencias, sobre todo las afectivas. El entretenimiento hace que la gente sueñe con otras cosas y no mire lo que tiene a su alrededor.

Eso me lleva a la manipulación, no entendida en un sentido peyorativo. Manipular es intervenir conscientemente en un material determinado. Nuestros medios utilizan muchas técnicas de manipulación, como por ejemplo la selección. Esto quiere decir que estos cuatro o cinco señores dueños de los medios, deciden qué es lo que debemos conocer y lo que debemos ignorar.

Termino con un análisis de lo que llaman publicidad, y yo prefiero llamar industria del reclamo, pues en mi pueblo la caza de reclamo es cuando se atrae a un pájaro imitando el canto, precisamente lo que hace la llamada publicidad. Esta industria es poderosísima y es también un elemento importante para inducir valores y contribuir a la formación de las conciencias.

¿Se inscribe usted dentro del paradigma crítico?

―Criticar en el sentido originario del término en Grecia, era separar el grano de la paja. Para mí criticar es analizar. Entonces, cuando yo hablo del pensamiento crítico me refiero a un pensamiento que se dedique a analizar, a diferenciar, a distinguir, como oposición a un pensamiento uniforme, a un pensamiento indiferenciado. En ese sentido soy crítico, y en mi teoría, si es que tengo una teoría porque no soy tan pretencioso, yo analizo la comunicación diferenciando claramente a quién sirven sus contenidos y hasta qué punto la comunicación pública contribuye o no contribuye a la libertad del ser humano.

Lo que quiero es ir al sentido de las palabras, desentrañar los símbolos que nos coaccionan, y si nos liberamos de esas coacciones, pues creo que somos más libres y aumentamos nuestra calidad de vida. Porque para eso estamos aquí, ¿no?, para ser felices.

¿Ve usted alguna posibilidad en las masas de contraponerse a lo que los medios imponen?

―En nuestras sociedades es difícil, porque el monopolio de los medios lo tienen naturalmente los poderosos, los que están interesados en mantenerlas en la ignorancia y en la sumisión porque de ahí proviene su beneficio. Pero por otro lado, esos medios no satisfacen las necesidades humanas, de conocimiento por ejemplo. Ni siquiera de entretenimiento. Lo que hacen es generar más frustración, y entonces el ser humano busca satisfacer esas necesidades, lógicamente, a través de vías alternativas.

Una cosa que reivindico en mis libros es que en estas sociedades cada vez hay menos espacios públicos, menos espacios para el pueblo, donde la gente pueda hablar unos con otros. Esos espacios se privatizan, se comercializan, la gente no va al mercado, va al centro comercial y allí no hablan con nadie, solo miran. Me he quedado sorprendido al ver que aquí la gente hace cola para comprar libros, hasta los niños salen con una cantidad de libros bajo el brazo. Eso en mi país no lo he visto nunca y no creo que lo vaya a ver, porque no está organizado para fomentar la lectura, sino para fomentar el consumo.

¿Qué alternativas propone?

―Alternativas, pues ahora se habla mucho de las nuevas tecnologías de la comunicación, y en este sentido sí soy crítico. Lo que pasa es que puede existir una prensa alternativa, como Rebelión, por ejemplo, donde asiduamente colaboro; pero llega a muy poca gente. Eso cuesta dinero, las máquinas y la tecnología cuestan dinero, y solo pueden acceder a ellas quienes tengan dinero. Para mí hay que reivindicar los espacios públicos, lo que yo llamo los lugares del tiempo, para que las personas puedan hablarse unas con otras. La comunicación con la máquina no es natural. Y para el capitalismo el cambio puede ser peligroso, porque podemos ponernos de acuerdo en que no nos gusta, habría que cambiarlo, y eso ya no favorecería al sistema.

Nuestra sociedad es una sociedad jerarquizada y tiene un ordenamiento vertical de los valores. Yo voy a favor de la horizontalidad. No hay pueblos superiores a otros, no hay pueblos que caminen sobre la cepa de otros. Los pueblos caminamos juntos. Hay que desentrañar la coacción que ejerce sobre nosotros la simbología vertical y ampliar las relaciones horizontales. Para eso hacen falta lugares donde los niños se puedan reunir, donde los mayores podamos hablar unos con otros sin que tengamos que pagar para eso. Conseguir un momento en la vida de la gente sin que estén presentes los medios, sin que los mensajes de los medios asedien. Cuanto más aislados estemos, más fácilmente somos víctimas de los peligros del consumismo. La soledad es el primer paso hacia la incomunicación y la incomunicación será la barbarie.

La tercera Guerra Mundial: ¿realidad o ficción?




El líder de la revolución cubana, Fidel Castro, está muy preocupado a sus ochenta y dos años; más aún luego de salir de una penosa enfermedad que le apartó de la vida pública desde el 2006. Su preocupación, para afectos y no afectos a su figura de estadista y político, es la supervivencia de la humanidad ante la implosión, inminente, de un conflicto bélico a escala mundial entre la aguerrida Irán y los países en coalición con los Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU). El problema, en simples palabras, es que las potencias mundiales que tienen acceso a la energía nuclear no aceptan que nadie más que ellos la tengan; Irán se ha atrevido a avanzar en este aspecto y por ello hoy es cuestionada por la Organización de las Naciones Unidas (fundada en 1945 y que hoy por hoy es una instancia cosmética de la política internacional), y por su afamado Consejo de Seguridad, integrado por 15 miembros, cinco permanentes y 10 electos por la Asamblea General por períodos de dos años, y quien cuenta en la actualidad con China, los Estados Unidos, la Federación de Rusia, Francia y el Reino Unido, como miembros permanentes. Este Consejo de Seguridad tiene como razón de ser: mantener la paz y la seguridad internacionales de conformidad con los propósitos y principios de las Naciones Unidas; investigar toda controversia o situación que pueda crear fricción internacional; recomendar métodos de ajuste de tales controversias, o condiciones de arreglo; elaborar planes para el establecimiento de un sistema que reglamente los armamentos; determinar si existe una amenaza a la paz o un acto de agresión y recomendar qué medidas se deben adoptar; instar a los Miembros a que apliquen sanciones económicas y otras medidas que no entrañan el uso de la fuerza, con el fin de impedir o detener la agresión; emprender acción militar contra un agresor; recomendar el ingreso de nuevos Miembros; ejercer las funciones de administración fiduciaria de las Naciones Unidas en "zonas estratégicas"; y recomendar a la Asamblea General la designación del Secretario General y, junto con la Asamblea, elegir a los magisterios de la Corte Internacional de Justicia .

En el mes de junio del 2010, ese Consejo todopoderoso emitió la resolución 1.929, que es la sexta resolución sobre el mismo caso nuclear de los iraní y la cuarta resolución basada en el establecimiento de embargo; este consejo en julio del 2006, diciembre del 2006, marzo del 2007, marzo del 2008, septiembre del 2008 y junio del 2010 emitió las resoluciones 1.696, 1.737, 1.747, 1.803, 1.835 y 1.929; sobre el programa nuclear de Irán. Esta posfutura no se hizo asumiendo las funciones antes descritas, porque si a eso vamos tendría la ONU que haber aplicado una serie de procesos indagatorios antes de asumir postura, sino en razón de la Declaración de Teherán, la cual había develado que el intercambio de uranio con el enriquecimiento de 3,5% con uranio de 20% en el suelo de Turquía, se había dado en contra de las normas establecidas en cuanto a no asumir formalismos en el proceso de solidificación del programa nuclear sin el visto bueno del Consejo de Seguridad. Con esta medida se esperaba que Irán pusiera fin a los pretextos infundados de EE.UU y sus aliados en el terreno de la solución del caso nuclear de Irán. El plan del intercambio de uranio estaba justificado, para Irán, ante la necesidad de abastecimiento de combustible para el reactor de investigación de la universidad de Teherán; se había previsto que una parte de uranio con el enriquecimiento de 3,5% existente en Irán, se intercambiara con la participación de Francia y Rusia con el uranio del 20%.
La resolución 1.929 se ha emitido en base al séptimo artículo de la Carta Magna de la ONU; este artículo, en condiciones que la paz mundial se enfrente con amenaza, este consejo puede utilizar de la fuerza militar de los países miembros para la devolución de la paz y seguridad mundial. Es decir, si Irán no acata la postura del Consejo de Seguridad de no continuar con su Programa Nuclear, será sometido a la fuerza; el plazo dado es hasta el 07 de septiembre del 2010. La posición de Mahmoud Ahmadinejad, presidente de Irán, ha sido muy radical: "Deberían saber que sus resoluciones no valen un centavo…Si piensan que con hacer alboroto y propaganda pueden forzarnos a retirarnos, están equivocados. La nación iraní no se moverá siquiera una pulgada de su posición…" Esto definitivamente pone una tranca en el juego y con ello la posibilidad, cierta, de una confrontación bélica. Occidente frente al Oriente musulmán, hará que el conflicto tome dimensión nunca antes vista.
El caso nuclear de Irán ha sido orientado, de forma ilegal en el Consejo de Seguridad, por las presiones de EEUU, Inglaterra y Francia; es una medida producto de presiones, no de lógica científica, por lo cual es una medida ilegal contra Irán, la cual carece de cualquier valor legítimo; pero la historia nos ha demostrado en los últimos treinta años, que la legitimidad no va de la mano de los Imperios; se asumirá la línea que garantice la satisfacción de los intereses de las potencias. La pregunta de rigor ante tan volátil realidad nos angustia aún más: ¿después de lanzarse los cohetes nucleares habrá algún Imperio que cuidar?

La posición de Fidel Castro es lapidaria en este aspecto: “Irán no cederá un ápice frente a las exigencias de Estados Unidos y de Israel…Si Obama logra evitar la guerra, el mundo le rendirá todos los honores que le corresponden… Obama tendría que tomar, en solitario, la orden que desatará un conflicto nuclear, pero no la dará si se logra que tome conciencia de esto. Estamos haciendo una contribución a ese esfuerzo persuasivo…" En una palabra, las reglas del juego están en la mesa y un solo jugador podría definirlo todo; las potencias tienen sus bombas, son fuertes y destructivas; el mundo tiene la moral y las imágenes aterradoras de la experiencia nuclear del pasado, para imponerse y no permitir otro acto inhumano en nombre de la libertad. La labor que nos toca es de “persuadir” y explicar que por muy fuerte que sean las razones, se antepone el sentido común y la supervivencia de la especie humana.


*.-ramonazocar@yahoo.com