sábado, 20 de junio de 2009

Acerca del "Choque de civilizaciones"


Choque de civilizaciones es el nombre que recibe una teoría acerca de las relaciones internacionales. Tal como se conoce hoy en día, fue formulada en un artículo de Samuel Huntington publicado en la revista estadounidense Foreign Affairs en 1993 y transformado posteriormente en un libro en 1996.

En un sentido amplio, se puede definir el choque de civilizaciones como una teoría que explica los grandes movimientos políticos y culturales de la Historia Universal por medio de las influencias recíprocas que ejercen entre sí las diversas civilizaciones (por contraposición a las debidas a los enfrentamientos entre estados-nación o ideologías).

Una civilización, en este contexto, es una cultura más o menos cerrada y con una tradición cultural más o menos hermética e impermeable, que por ende se encuentra en oposición a otras civilizaciones con tradiciones diferentes.

Aunque el concepto moderno de civilización es popularizado por Oswald Spengler, la noción de "choque de civilizaciones" fue introducida por Arnold J. Toynbee, aunque éste la restringe al ámbito geopolítico, simplificando en demasía los fenómenos de contactos culturales entre civilizaciones. Toynbee considera el fenómeno como un "contacto espacial entre civilizaciones", y lo refiere como un fenómeno de desafío y respuesta (integrado en su teoría cíclica del desarrollo de las civilizaciones). Es decir, el primer "empujón" que una civilización da a otra, es contestado por ésta, lo que a su vez mueve a la primera a enviar un tercer empujón, y así sucesivamente hasta que una de ellas termina derrotada.

Según la teoría toynbeana, el efecto de un asalto frustrado suele ser el retardo, o incluso la parálisis, de la civilización agredida, bien sea por enorgullecerse en demasía de su propio triunfo, o bien sea por haber invertido todos los recursos disponibles en la lucha. El efecto de un asalto exitoso, por el contrario, es más complejo, ya que puede terminar en un sometimiento temporal y la expulsión del invasor, o bien en la destrucción de la civilización invadida.

En su artículo de 1993, Huntington retoma el concepto de Toynbee afirmando que los actores políticos principales del siglo XXI serían las civilizaciones y que los principales conflictos serían los conflictos entre civilizaciones (no entre ideologías, como durante la mayor parte del siglo XX ni entre estados-nación). Aparentemente, este artículo era una respuesta a las tésis de Francis Fukuyama que sostenía que el mundo se aproximaba al fin de la historia (en sentido hegeliano) en el que la democracia occidental triunfaría en todo el mundo. Citando el artículo de Huntington:

Los estados-nación seguirán siendo los actores más poderosos del panorama internacional, pero los principales conflictos de la política global ocurrirán entre naciones y grupos de naciones pertenecientes a diferentes civilizaciones. El choque de civilizaciones dominará la política global. Las fallas entre las civilizaciones serán los frentes de batalla del futuro.

Significativamente, las líneas de fractura entre civilizaciones son casi todas religiosas:

Huntington argumenta que desde el final de la Guerra Fría los conflictos mundiales han ocurrido a lo largo de los límites de las civilizaciones, con escasos conflictos en el interior de aquellas. Pone como ejemplo las guerras que acompañaron la desintegración de Yugoslavia, la guerra de Chechenia o los conflictos recurrentes entre India y Pakistán.

También afirma que los conflictos entre civilizaciones son inevitables, puesto que cada una cuenta con sistemas de valores significativamente distintos. Argumenta que el crecimiento de nociones como la democracia o el libre comercio desde el fin de la Guerra Fría sólo ha afectado realmente a la cristiandad occidental, mientras que el resto del mundo ha intervenido escasamente.

Huntington también arguye que el nivel de crecimiento del Asia oriental hará de la civilización sínica un poderoso rival de Occidente. También establece que el crecimiento demográfico y económico de otras civilizaciones resultará en un sistema de civilizaciones mucho más multipolar que el que existe actualmente.

Huntington clasifica a las civilizaciones islámica y sínica como rivales de la occidental y etiqueta a la ortodoxa, la hindú y a Japón como civilizaciones "oscilantes" (swing civilizations). También afirma que Rusia y la India continuarán cooperando estrechamente en tanto que China y Pakistán continuarán oponiéndose a la India. Huntington argumenta que una conexión islámico-confuciana está emergiendo (cita la colaboración de China con Irán, Pakistán y otros países para aumentar su influencia internacional).


Muchos han argumentado que las civilizaciones definidas por Huntington están fracturadas internamente. Por ejemplo, Vietnam mantiene un ejército inmenso, fundamentalmente para defenderse de China. El mundo islámico presenta fracturas étnicas entre kurdos, árabes, persas, turcos, pakistaníes e indonesios, y fracturas religiosas entre el chiismo y el sunismo, cada uno con diferentes puntos de vista sobre el mundo o la religión.

También se ha apuntado que los valores occidentales son mucho más fácilmente transmisibles de lo que Huntington considera. Naciones como la India y Japón se han convertido en democracias de éxito, mientras que occidente no siempre ha sido democrático y plural, sino que la mayor parte de su historia ha consistido en despotismo y fundamentalismo. Los favorables a Huntington señalan que siempre ha habido tensiones entre estados democráticos y que las democracias emergentes (o futuras) dentro de una civilización podrían seguir siendo hostiles a democracias pertenecientes a civilizaciones vistas como hostiles.

Algunos que aceptan las tesis de Huntington respecto a la existencia de civilizaciones no comulgan, sin embargo, con la inevitabilidad del conflicto entre ellas. Argumentan que, salvo algunos extremistas, la mayor parte de la población prefiere coexistir amigablemente.

Muchos han querido ver en los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y en los ataques occidentales a Iraq y Afganistán la confirmación de las tésis de Huntington. Otros puntos a favor de sus tésis parecen ser el aumento de la tensión entre Corea del Sur y Estados Unidos acerca de cómo tratar con Corea del Norte. Más aún, de acuerdo con las doctrinas clásicas de las relaciones internacionales, los países de Asia oriental debieran haberse aliado para crear un contrapoder a China, pero eso no ha sucedido. En su lugar, muchos países, como Corea del Sur, están mejorando sus relaciones con China.

Las ampliaciones de la Unión Europea en 1995 y 2004 llevaron la frontera oriental de la unión hasta el límite identificado por Huntington entre las civilizaciones ortodoxa y occidental. Con estas ampliaciones, la mayor parte de la Europa tradicionalmente católica o protestante pertenece a la Unión Europea. Mientras que la mayoría de los países históricamente ortodoxos o musulmanes están fuera (salvo Grecia y Chipre). Está por decidir qué ocurre con los países de la Europa ortodoxa. Bulgaria y Rumanía son integrantes plenos desde del 1 de febrero de 2007. El nuevo gobierno ucraniano ha declarado su intención de convertirse también en candidato. Al mismo tiempo, la petición de Turquía para unirse a la unión está causando un debate considerable. El punto fundamental, no siempre reconocido abiertamente, es el carácter musulmán de Turquía (esto es, su pertenencia a otra civilización). La solución a estos enigmas se resolverá en los próximos años. Por una parte viendo qué países ingresan en la Unión Europea. Por otra, dependiendo del rumbo político de la Unión: si evoluciona hacia una unión política más estrecha o deviene una simple zona de libre comercio.

En algunos asuntos, la teoría de Huntington no se ha cumplido aún. Más de una década después, las relaciones entre Japón y Estados Unidos siguen siendo estrechas, con Japón proporcionando apoyo monetario y político a la política exterior estadounidense. La alianza sino-islámica no se ha llevado a cabo tampoco. Sin embargo podemos ver de nuevo la escalada de tensiones entre Rusia y Estados Unidos por el escudo de misiles en Polonia y la República Checa, y en la Guerra de Osetia del Sur de 2008, en la que Rusia apoyó a las repúblicas de Osetia del Sur y Abjasia en contra de la pro-occidental Georgia.

Referencias

  1. The Clash of Civilizations?, en "Foreign Affairs", vol. 72, no. 3, Summer 1993, pp. 22-49
  2. The Clash of Civilizations and the Remaking of World Order, New York: Simon & Schuster, 1996
FUENTE: http://es.wikipedia.org/wiki/Choque_de_civilizaciones

lunes, 8 de junio de 2009

FUTURO SEGÚN CELSO FURTADO: UNA SOCIEDAD BASADA MÁS EN LA SOLIDARIDAD, Y NO EN LA COMPETENCIA


Foto: Celso Furtado, brasileño, 1920-2004.

(Entrevista de Mario Osava a Celso Furtado, ex ministro de Planificación de Brasil entre 1962 y 1963, autor entre otros libros, de La formación económica de Brasil; en Brecha del 25 de junio de 1999)


-Hace más de diez años usted llamaba a la entonces Comunidad Económica Europea (ahora Unión Europea, UE) "un club de egoístas". Brasil intenta promover el acercamiento de esa Europa unida a América Latina y especialmente al MERCOSUR. ¿Es factible ese proyecto ?

-No lo creo. El egoísmo permanece, es normal que los países cuiden primero sus propios intereses. Hay dificultades, por ejemplo, para armonizar los puntos de vista de Francia y Alemania.
Los franceses no aceptan el fin de los subsidios y la libre competencia, que liquidaría su
agricultura, porque saben que eso significaría renunciar a su identidad. Francia tiene una larga historia de defensa de su identidad y es difícil imaginarla convertida en simple complemento de una economía internacional.
Fueron necesarias dos circunstancias muy especiales, únicas, para alcanzar la unidad europea: la Segunda Guerra Mundial, que destruyó gran parte de Europa y el poder industrial de Alemania, y luego la Guerra Fría, que dio a Estados Unidos la condición de potencia tutelar.

-La meta del MERCOSUR, el libre comercio con la UE a partir de 2005, ¿es entonces una ilusión?

-Es una maniobra táctica, creo, para enfrentar la presión de Estados Unidos. Se aplaza todo hasta 2005, y entonces se verá cómo retomar las discusiones.

-¿Tampoco avanzará el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), ese proyecto de libre comercio desde Alaska hasta Tierra del Fuego?

-Tampoco. Es necesario desconocer la situación específica de las Américas, ignorar su heterogeneidad, para creer en esa iniciativa. Es difícil imaginar un entendimiento entre países tan heterogéneos.
Es distinto el caso de Europa, que presenta niveles de desarrollo más equilibrados. La distancia entre Portugal y Alemania o Francia no es nada comparada a la diferencia entre Estados Unidos y cualquiera de los países latinoamericanos.
Ignorar tales disparidades es también el pecado del gobierno de Brasil, que abrió su economía sin calcular los riesgos. El país se endeudó desordenadamente, generando un desequilibrio que ahora es de difícil corrección.
La experiencia brasileña, de internacionalización indiscriminada, de integración a la economía mundial sin disciplina, sin un proyecto propio, condujo al fracaso.

-¿Países como Brasil, con tanta pobreza, pueden renunciar al nacionalismo económico?

-No. Si renuncian, pueden desaparecer, como ya pasó históricamente en otras partes del mundo, incluso con la Unión Soviética.

-¿Cree usted que los países de economía emergente comprenderán esa situación, que intentarán recobrar el proyecto nacional de desarrollo?

-Los pequeños no tienen opción. Tienen que buscar una inserción internacional dinámica que les abra espacio en el exterior, porque un proyecto nacional se agota rápidamente en su caso. En cuanto a los países medianos y grandes deben evaluar bien sus alternativas. Es probable que empiecen el nuevo siglo en una fase de turbulencias, de inestabilidad e inseguridad. Es lo opuesto a lo que tuvimos en los últimos 30, 40 años, cuando se buscaba la unidad nacional en torno del proyecto de industrialización.
En Brasil, cuando teníamos el mercado interno como referencia mayor, era fácil conciliar los intereses. Los habitantes del sur consumían el caucho del norte y el azúcar del nordeste, y todos compraban productos industriales del sur, aunque eran más costosos que los del mercado internacional.
Eso ha sido y es posible porque el país tiene muchos recursos aún no utilizados. Tiene mucha mano de obra subutilizada. Antes bastaba con transferirla de una zona a otra y se solucionaban los problemas.
Así se aflojaba la presión demográfica del nordeste y se reducían los salarios en el sur.
Es por eso que los salarios en el sur de Brasil crecieron menos de lo que deberían, a causa de esa inmensa masa de subempleados.

-Sin ese factor, ¿cómo explicar que San Pablo pague salarios muy inferiores a los de Argentina, si la productividad media es la misma, quizás más alta?

-San Pablo tiene una mano de obra subutilizada que acepta casi cualquier remuneración, porque igual mejora su nivel de vida. Eso no ocurre en países de mercado de trabajo integrado, como Argentina. Si la economía de Brasil crece también habrá paz social, pese a las grandes desigualdades.
Ese es el misterio brasileño. Y fue lo que se denominó "milagro brasileño", cuando el país estaba unido en la lucha por el mercado interno. Ahora el desempleo es dramático y puede agravarse si se elige el camino equivocado de abandonar la prioridad del mercado interno.

-Los grandes países en desarrollo, como Brasil, China e India, ¿podrán tener algún papel importante en el mundo en las próximas décadas?

-Únicamente China puede afectar de hecho la economía mundial. Va descubriendo su camino, porque no permitió su internacionalización económica, mantiene el control de los flujos financieros y un crecimiento anual de 8 por ciento, envidiable para cualquier país. En diez años, China puede más que duplicar su producto nacional. Pasa así a ser un problema internacional acomodar a semejante país en este mundo nuevo, lo que exige redistribuir la renta mundial. Pero ese objetivo exige la reducción de los salarios en Estados Unidos y Europa, salvo que ocurran turbulencias políticas en China, la hipótesis a la que apuesta Occidente.
India también tiene todas las posibilidades de lograr un crecimiento razonable, aunque, como Brasil, debe desarrollar su mercado interno. En la medida en que avancen y se vuelvan más homogéneos, Brasil e India pueden tener un papel relevante en el futuro.

-¿Y América Latina?

-Es duro reconocerlo, pero como conjunto ya no existe. México un país importante por su larga experiencia de encuentros y desencuentros con Estados Unidos, abandonó toda estrategia propia, para integrarse al vecino norteño. Argentina, que también había demostrado capacidad para actuar con autonomía, renunció a ella al optar por la dolarización. Queda Brasil, con un resto de política propia, pero muy aislado en la región. Otras naciones menores enfrentan graves problemas, como la guerra civil en Colombia y la dependencia de Venezuela de su petróleo.

-Y en el plano internacional ¿cómo será la próxima década?

-De tensión, porque tiene lugar un reordenamiento de fuerzas a escala mundial, que se encamina fundamentalmente a una especie de unificación de las monedas.

-¿Cree usted que esa tendencia de reducción a tres monedas en el mundo (dólar, euro y yen) es irreversible?

-Sí, porque el sistema financiero logró un poder de tal magnitud que es una ingenuidad pensar en una reforma monetaria mundial, un nuevo Bretton Woods, una sola solución. Antes había un sistema financiero de mayor solidaridad, determinado por el común interés en equilibrar las balanzas de pago. Ese fue el espíritu de Bretton Woods, de cooperación. Hoy tenemos una situación caótica, con una masa de recursos indisciplinada, sin posibilidades de equilibrio.
La hegemonía del dólar permite a Estados Unidos endeudarse permanentemente, sin problemas para financiar su balanza de pagos. Una situación increíble. Cada año, Estados Unidos aumenta su endeudamiento en 10 mil millones de dólares y todo marcha bien. Gran parte del ahorro mundial se va a Estados Unidos, ante la mínima señal de riesgo.

-¿No habrá un límite para eso?

-Bien, esto tiene que ver con la parte social y política, la reacción que puede ocurrir, las tensiones. Tenemos medios de formular hipótesis sobre lo económico, no así sobre las áreas política y social. ¿Quién preveía el fin de la Guerra Fría? Parecía el hecho más importante del mundo y se acabó repentinamente. La historia es más rica que nuestra imaginación. La sociedad se hizo tan compleja que se dificulta la previsión de los acontecimientos. Eso era posible cuando la historia era más lenta, la sociedad más sencilla y los actores más limitados.

-¿Cómo se podrá enfrentar el desempleo en sociedades industriales ya estructuradas, como las de Europa ?

-Están buscando salidas. Ya parece evidente que eso (el desempleo) sólo se solucionará en Europa creando un nuevo modelo de civilización, menos volcado al ahorro privado y más hacia su aplicación social. La armonía del ahorro y las inversiones sólo será posible con el control del mercado.
Imagino que es posible el surgimiento en Europa -o que el continente se encamine en esa dirección- de una civilización de mayor ocio, que reparta el ingreso de otra forma, y no sólo por la vía del empleo.
Muchos dicen que esa alternativa provocaría un individualismo desenfrenado, porque eliminaría la disciplina social (condiciones de trabajo y relaciones laborales alcanzadas en la sociedad de bienestar) pretendida por los sindicatos.
De todas formas, será necesario crear una civilización basada en menos horas de trabajo y más en el uso personal del tiempo libre. Pero Europa sólo podrá hacerlo organizando un sistema de protección propio, sin el cual no podrá competir con el resto del mundo.

-Además, se expone a recibir una avalancha de inmigrantes

-Una presión migratoria permanente, que ya está llegando desde el este europeo. Es materia de ingeniería política: reconstruir una sociedad preservando su dinamismo, su propensión a invertir en tecnología, y acabar con la lucha por el salario. Que las personas tengan que luchar por bienes sociales, por más salario social y menos por salario individual. Debe ser una sociedad basada más en la solidaridad, y no en la competencia entre personas. Esta, la competencia, ha alcanzado el paroxismo, un hecho que indica su agotamiento".