sábado, 31 de enero de 2009

AZUL


Como no encontré un mar
para tus anhelos
construí un lago
de seda pura…
amartelé cada uno de los
recuerdos
y escribí poemas
de ilusiones y fantasías;
construí en tus espacios
el néctar diverso
de las flores;
le di colorido a la cascada
de tus ojos
y como relámpago
volví a ser centella
en el azul
de tu regazo…

sábado, 24 de enero de 2009

Consideran necesario impulso al socialismo en Latinoamérica


El impulso del socialismo constituye una necesidad para los países latinoamericanos en un adverso momento para la economía mundial, consideró hoy aquí el investigador mexicano Alejandro Valle.

Debemos pensar con nuestra cabeza y buscar fórmulas propias para enfrentar los problemas actuales, señaló al intervenir en el X Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo.

Indicó que su país y muchos otros están enfrentados a una crisis financiera que tuvo sus inicios en el núcleo del imperialismo mundial, en Estados Unidos y la Unión Europea.

Ya se desató una crisis bancaria en la nación norteamericana que no sabemos hasta dónde puede llegar, expresó el estudioso de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Puntualizó que el dólar estadounidense cayó notablemente ante el euro y en el último año se devaluó en 16 de las 22 divisas del mundo.

En Estados Unidos, agregó, la crisis en bienes raíces se profundiza y otros mercados, como el de la industria automovilística, muestran signos de agotamiento.

El intento de bajar las tasas de interés y la devolución de impuestos por unos 140 000l millones de dólares dejan de ser soluciones a los problemas, manifestó Valle.

Precisó que cuando desaparezcan las ganancias ficticias en Estados Unidos enormes masas de capital deberán ser destruidas y actualmente las pérdidas en dólares se valoran entre medio millón de millones y un millón de millones.

Por ello, el socialismo, aplicado de acuerdo con las características internas de cada país, aparece hoy como la solución ante el fracaso de las políticas neoliberales del capitalismo.


Fuente Prensa Latina

miércoles, 14 de enero de 2009

¿Porque soy socialista?


¡Qué difícil ha sido escribir sin extenderme durante larguísimos párrafos y con suficiente justicia este post!

Primero lo primero: por romántico, por idealista y por soñador. Por creer que otra sociedad, más perfecta, solidaria, cooperativa y fraternal es posible. Por escuchar Jhon Lennon y a Silvio Rodríguez, por leer a Neruda y Gabriel García Márquez, por gustarme la pintura de Frida Kahlo, e incluso porque se me hacía simpática toda la iconografía de la URSS en las Olimpíadas, y odiosos los gringos salvando el mundo.

Por ecologista, por punketo, por rebelde, por rechazado, por adicto a la lectura y por humanista con fiel creencia en la ciencia. El poema y la geometría unidos perfectamente para inspirar a los obreros y diseñar los planos de un teatro, los puentes, las escuelas y las represas. Porque uno encuentra la causa Palestina, a Malcolm X, al EZLN y el subcomandante Marcos, la Guerra de Vietnam y la Sahara libre, más simpáticas que Disney World, estudiar en Harvard, vestirse de Benneton.

Por pensar y leer de más, por rechazar el catolicismo, el materialismo, el hedonismo justificado en la comodidad de la opulencia, las religiones, el orden establecido, el sistema creado y mantenido por pocos. Por creerme un poco los cuentos de la Teoría de la Conspiración, el revisionismo, pensamiento antiamericano y el modus vivendis europeo.

Muchos me dirán, yo soy así como tú dices y me gusta McDonald´s, tener un buen carro, tremenda casa, y un montón de otras cosas que anulan la relación entre las cosas que nombras, las coincidencias o desencuentros entre las de unos y otros con la conclusión de ser o no, socialista. Peor, me dirán: me vas a decir que tú no quieres tener tu carro, tu casa y así por allí se irán. O dirán: bueno, quédate tú pobre, pelando bolas, gradúate para nada, inscríbete en el PSUV.

Así que repito: esas son mis razones para ser socialista. Las mías, las que me llevaron a decir: Mickey Mouse tiene algo de sospechoso, Iván Drago debería matar a coñazos a Rocky, quiero tener una camisa con una estrella roja con la foto del Ché Guevara o una camisa de fútbol soviética con las letras CCCP, desear que Neruda y Silvio estuviesen en nuestros planes de estudio y pensar que las películas de karate asiáticas y muchas europeas son más arrechas que las de persecuciones policiales, efectos especiales y tramas detectivescos donde uno se pierde porque la gente se llama Brent, Hackendurf y Rick, o que American Pie.

Soy socialista porque soy un inconforme y creo que esto puede mejorar, pero no creyendo ni en Mao Tse Tung o Lenin pero mucho menos en Donald Trump o en la Shell. Yo creo –obviando los horribles lugares comunes- en un venezolano que aprende una nueva conciencia colectiva desde la escuela, aquella educación y cultura que tan fastidiosamente han comentado, para eliminar aquello de las palancas, tirársela de vivo o enchufarse con un familiar sin los méritos, tirar el papel en el suelo, sobornar al policía por comerse la luz o beberse la quincena en cerveza, lotería y caballos.

Crear en el venezolanismo, si eso existe de verdad, una nueva cultura nacional que rechace esos comportamientos, dándole la lección a los más jóvenes, a esas inmensas mayorías, a los creadores del destino nacional. Algo así como la campaña de Señalen al abusador, que hace unos años mostraba la televisión nacional. Dejar de chismear sobre embarazos, virginidad o el dinero de los demás y reprobar las fiestas ruidosas, la falta de solidaridad vecinal y el gasto excesivo e inútil del agua y luz.

Aquí los pesimistas de siempre (los “realistas”) dirán que eso es muy jodido, que el venezolano es así, jodedor, flojo y derrochador, muy a la opinión de la De Majo, y obvian todos los logros, fortalezas y aportes en todos los ámbitos de los venezolanos. Por eso, me reafirmó como socialista: porque no todos somos iguales, pero todos merecemos la misma oportunidad para desarrollarnos según nuestras capacidades, y ser atendidos dependiendo de nuestras necesidades. Incluso pensando distinto.

Por otro lado y hay que decirlo: Patria, Socialismo y Vida, claro que PODEMOS. Baduel, ¡bien hecho, mi General! Socialismo a la venezolana. Miguel Salazar, sigue dándoles por el ojo. ¿Diosdado, Vielma Mora, para cuándo te nos unes? Hasta el 2012 si, 2021 ni de vaina. Eugenio Mendoza y Alberto Völlmer, mosca con ser pura máscara.

Ah! y reflexiones sobre inseguridad, PSUV, corrupción, expropiaciones, nacionalizaciones, lista Tascón y secuestro de poderes: si, es una cagada y no es socialismo lo que nos están metiendo, sólo un sueño que se nos cayó, un desengaño, pero entiendan, más cerca parecía o parece el camino por allí que con ... Rosales, digamos. El socialista es un esperanzado, un rebelde y un soñador, y para atrás ni para cojer impulso.

Y entonces, ¿porqué soy socialista? Porque creo en un cambio del venezolano, del individuo y del ser humano. Del sueño de Bolívar (no del bolivarianismo trasnochado y militarista de Hugo), de las igualdades para todos, de la ayuda a los menos favorecidos, de lucha contra la pobreza, salvación del planeta, la fuerza del espíritu y el poder del arte, de la solidaridad, el apoyo mutuo, la cooperación y de la transformación y evolución del alma, y el uso de las tecnologías para ayudar a los demás. Soy socialista poque creo en los sueños, de todos, unidos, y porque soy un rebelde inconforme. Pensar puede doler, sobretodo a punta de patadas de los intolerantes y los policías, pero vale la pena la aventura.

Tomado del blog de Jeanfreddy Gutiérrez
Maracay, Aragua, Venezuela
Ecologista, irreverente, socialista crítico, amante de la música, el sexo y el alcohol, estudiante de 8vo semestre de Comunicación Social, aspirante a escritor, entusiasta de la web 2.0.

martes, 6 de enero de 2009

EL SOCIALISMO LIBERTARIO


Quererse libre es quererse en un mundo en el que el valor humano de uno y de los demás, cobre categoría de tal en reemplazo del hombre-mercancía, del hombre-productor o consumidor.

Quererse libre es no desear un mundo de trabajo imbecilizante sino humanizante, en donde la producción sea el correlato material de la solidaridad y donde cada cual produzca según su posibilidad, recibiendo según su necesidad. No según la necesidad que el Estado quiera fijar. Es querer un mundo socialista sin Estado (1).

( (1) Ya en el Pacto de Unión de la Federación Libertaria de 1898, se leía: "Luchar por la reivindicación de la sociedad entera contra toda forma de propiedad privada en manos de pocos privilegiados y con la toma de posesión por parte de los trabajadores de todas las fuentes de riqueza: tierra, máquinas, instrumentos de trabajo, medios de cambio, de comunicación y organizado bajo la base de la cooperación de todas las fuerzas sociales". Más adelante: "La clase privilegiada no desaparecerá, sino con la abolición del ente autoritario, tutelador, depresivo de la iniciativa y de la libertad social: el Estado, sustituído por Ia federación libre y espontánea de las asociaciones de producción y de consumo".)

Quererse libre no es quererse simplemente en un mundo socialista en el que el autoritarismo de unos reemplace al de la etapa anterior.

Quererse libre es quererse con intimidad y ser para otros garantía de la intimidad. Es quererse individuo pleno y sentir el para-sí y el para-otro con la misma fuerza solidaria.

No es quererse libre: explotar y ser explotado, controlar y ser controlado, espiar y ser espiado.

Quererse libre es por consiguiente: quererse en un mundo socialista, no autoritario, no burocrático, no partidario, sino paradisíaco (2).

( (2) La tesis aparece cercanamente esbozada por Marcuse en "El fin de la Utopía". La aparente ingenuidad de esta proposición es comentada por Castellet de este modo: "En este sentido es posible la eliminación de la pobreza, de la miseria y del trabajo alienado" y cita a Marcuse: "...creo que sobre ésto estamos relativamente de acuerdo; aún más: creo que en ésto estamos de acuerdo incluso con nuestros enemigos. Apenas hay hoy, ni en la misma economía burguesa, un científico o investigador digno de ser tornado en serio que se atreva a negar que con las fuerzas productivas técnicarnente disponibles, ya es hoy posible la eliminación material e intelectual del hambre y de la miseria, y que lo que hoy ocurre ha de atribuírse a la organización sociopolítica de la tierra". (F.U.) De: "Lectura de Marcuse".)

En un mundo que siempre estuvo en el corazón de los hombres buenos y acicateó su imaginación y sus obras fuera de la época, fuera de la prehistoria en que vivieron.

Quererse libre es querer salir de la prehistoria produciendo una ruptura temporal y entrar en la historia verdadera y cálidamente humana.
Quererse libre es querer una nueva sociedad en la que no se sienta el freno o el control, sino la total incapacidad de ejercer cualquier violencia propia de la prehistoria humana.

Quererse libre es querer un mundo en el que no sea necesario utilizar la palabra "amor" por pudor y por sobreentendida.

Quererse libre es querer una sociedad en donde el ateísmo no esté reprirnido y en donde la religión interior y personal no sea una fuga de la realidad.
Quererse libre es querer un mundo en el que la razón y el saber no tengan ya inquisiciones y en el que incluso la poesía pueda oponerse a la razón, sin división interna del poeta.

EL ÁMBITO EN QUE SURGEN LAS NUEVAS GENERACIONES

En nuestra vasta y contradictoria Latinoamérica, el ámbito en que los niños nacen es variable. Variable según el estrato de sus padres, variable según la raza de sus padres, variable según la condición campesina o ciudadana de sus padres.

Grandes conjuntos forman la crecida tasa de mortinatalidad. Sobre ellos la historia y la naturaleza tienden un piadoso manto al tronchar un crecimiento plagado de enfermedades, de abandono, de brutalidad.

Están los recogidos en orfanatos-cárceles y los hijos de nadie.

Están los hijos de las favelas, de las poblaciones callampas, de las villas miseria.

Están los hijos de los cañeros, de los mineros, de los leñadores.

Los hijos de los desocupados, de los desesperados.


Los del indio movilizado a látigo.

Los del negro.

Están los hijos del alcohol, de la coca, de la prostitución.

Están los hijos del llanto, del crimen, de la ignorancia.

Los hijos de los "padres de la patria" y los ahijados de los sonrientes presidentes.

Están otros: los hijos del proletariado andrajoso y los hijos del proletariado apenas técnico.

También están los hijos de la clase media.

Hay otros cuantos: los hijos de los hombres probos, de los hombres de bien, de los hombres limpios.

Los hijos de los capitanejos de la industria y el comercio, de los profesionales.

Son los hijos de los "momios" y de los "buchones gordos" y de las cacatúas complacientes... Los hijos cuyos padres "deciden".
Hijos de unos o de otros, millones de niños claman al cielo o al infierno por la tortura de sus cuerpos, por las no-calorías, por el deambular de la limosna, por la estupidez de las mentes, por el lavado de cerebro y el condicionamiento que producirá niños enemigos de otros niños.
Luego vendrán los jóvenes, los adultos y los pocos que lleguen a viejos.
Y volverá la rueda a girar.

Cuando esta rueda comience a atascarse, alguien pondrá aceite en la maquinaria y entonces ésta, silenciosamente, empezará a despedir, encarcelar y asesinar a todos aquellos que "perturban la paz y el clima de trabajo que necesita nuestra patria".

Simultáneamente, echará a funcionar el artefacto propagandístico y mucha gente quedará conforme en las ciudades por las explicaciones que se dan, mientras los cortos publicitarios muestran a las preciosas ridículas tomando Coca-Cola o revolcándose entre pieles.

Las huelgas obreras serán explicadas como provocadas por agentes foráneos. Los disturbios estudiantiles, como pretextos de cabecillas que no quieren estudiar.

En uno y otro caso, el sistema repudiará la politización como ajena a las organizaciones gremiales y Universitarias. Luego de tal maravilla reiniciarán el proceso y los dirigentes de empresa, así como los profesionales, seguirán haciendo su imbécil política disfrazadora de hechos.

En realidad, tanto el estudiante como el obrero joven repudian en las jerarquías a las que están sometidos, precisamente eso: la politiquería hipócrita que éstas hacen cimentando los valores de un sistema social hipnótico, utilizador y criminal.

Al fervor callejero de la huelga, de la rebelión, sucede la paradoja trágica: la presión psíquica del hogar, la división interna con que el sistema debilita a todos los luchadores de la liberación...

Entonces los años pasan, los intereses varían y los padres y esposas que fueron utilizados por el sistema para socavar la moral de los rebeldes, sienten a la corta o a la larga que su hijo o esposo, Juan-Nadie, "ha sentado cabeza".

Ahora Juan-Nadie, ya habrá superado el cornplejo de culpa de sus años jóvenes. Ya no tiene por qué sufrir la división interna de sus años de acción. Ahora se siente más Juan que nadie y más Nadie que todos... Ahora será el rompehuelgas, el delator, el traidor a sueldo o "por convicciones".

Si Juan-Nadie termina en profesional, disertará largo tiempo entre digestión y digestión sobre el idealismo de los jóvenes y explicará cómo también él, fue un militante engañado.

O bien, si por su incapacidad y frustración no logró un título universitano o un puesto de capataz, tranquilizará su conciencia fenicia explicando los fracasos por aquellos que lo corrompieron y alejándolo en su momento de las verdaderas obligaciones. Ciertamente, de las obligaciones de esclavo.
Luego educará a sus hijos de tal modo, que la adaptación al sistema les impida seguir sus propios pasos de rebeldía juvenil. Ese terror por su propio recuerdo, convertirá a Juan-Nadie en el inquisidor de sus hijos y de las amistades de sus hijos.

Un buen dia Juan-Nadie morirá y sus vecinos irán a ver su cara.
"Juan-Nadie, Q.E.P.D., sirvió dócilmente a los sirvientes de los sirvientes del imperialismo. Vejado en su niñez, comprado en su juventud, anestesiado en su madurez. Fue útil a la sociedad y más papista que el papa. Su esposa e hijos lo llorarán eternarnente".

LA DIALECTICA GENERACIONAL

Ya no está en manos de los partidos el control de Ia situación, sino en manos de los jóvenes. Por tanto, los adultos de todas las tendencias quedan plantados ante sus propias preguntas:

"¿Cómo hacemos para canalizarlos, según indica la experiencia?"
"¿Cómo hacemos para que entiendan que la lucha no es generacional, sino en todo caso de sistemas?"

"¿Cómo hacemos para que trabajen por su propio futuro, aceptando las reglas del juego que ponemos nosotros?"

"¿Cómo hacemos para que vayan a la guerra, ellos que son jóvenes y fuertes, mientras nosotros les cuidamos las espaldas por televisión?"
Parece que cualquier cosa que hagan tiene la virtud de poner más en evidencia la mentira del sistema

Las nuevas generaciones comprenden mejor su situación al confrontarse con las precedentes, al sentir el choque con las aún más jóvenes y al plantearse la posibilidad de cambio del medio en que viven.

De otro modo: el momento histórico en que las nuevas generaciones viven se devela casi espontáneamente a sus ojos, por la confrontación con las generaciones instaladas, por las posteriores que recién surgen y por el medio socioeconómico en que les toca alienarse.

Esta comprensión brota además, corno negación del momento histórico y da por resultado una afirmación de la negación, una suerte de nihilismo posibilitario. Los individualistas, los conformistas y el resto de cínicos que respiran el mismo clima, niegan todo valor posible en la vida y justifican desde el oportunismo hasta la traición.

Pero lo fatal es que no existe otra posición revolucionaria en el momento actual que la afirmación de la negación de todos los valores por ahora en pie. De ahí que todo libertario desconfíe de las melosas mentiras acerca del "amor", la "amistad", la "belleza", la "realidad interior", etc., con que los farsantes distraen la atención para efectuar santamente las peores canalladas.

Porque toda esa jerga de palabras huecas y frases hechas, pertenece al pasado y ha sido acuñada por los explotadores de siempre. ¿Cómo podría creer un revolucionario a quien respete el lenguaje de un momento que él niega?

Tal vez por éso, aunque las palabras sean comunes en la forma, el significado se modifique y los jóvenes puedan amar aparentemente insultando o despreciar con tono amable.

La forma correcta con que los guerrilleros se dirigen a sus enemigos en el caso concreto de la acción directa, muestra casi siempre esa contradicción que alarma. Tal es el caso del comando que al encañonar con sus metralletas al torturador policial, le indica afablemente: - "Señor mío, tenga la amabilidad de acompañarnos".

Texto completo de H. Van Doren

viernes, 2 de enero de 2009

¿Qué fue el Socialismo Real?



El estalinismo es el nombre genérico que se le dió desde el campo del marxismo al sistema formado por aquellos estados donde el capitalismo había sido derrocado y se había producido la nacionalización de la economía. Estos estados eran la antigua Unión Soviética, China, Europa del Este, Vietnam, Cuba, etc. Algunos compañeros se estarán preguntando por qué si la economía estaba nacionalizada y el capitalismo no existía, no se les reconoce abiertamente como países socialistas. Y efectivamente, así lo han hecho todos los Partidos Comunistas oficiales, incluído el español.

¿Porqué no eran países socialistas? Es obvio que si lo hubieran sido no habrían experimentado una contrarrevolución capitalista como hemos visto en la URSS y Europa del Este. Tampoco, países como China, Cuba o Vietnam estarían viviendo el proceso de restauración del capitalismo en el que se encuentran inmersos. Un retroceso histórico de tal magnitud no hubiera sido posible en un auténtico régimen socialista.

Estos países nunca fueron socialistas. Sí hubieran sido países socialistas sin duda alguna la revolución socialista hubiera triunfado a nivel mundial hacía décadas. Pero, lo que vimos fue lo contrario. Vimos como los estalinistas españoles traicionaban la revolución en los años 30. Vimos como a nivel internacional, y particularmente, en Francia e Italia, hicieron lo mismo durante la oleada revolucionaria que sacudió Europa tras la 2ª Guerra Mundial. De hecho, los estalinistas, durante la llamada ‘guerra fría’ fueron los bomberos de todos los fuegos revolucionarios que se han ido produciendo en el mundo. No faltan ejemplos: Francia en el ’68, Chile entre el '71 y el '73, Portugal en el ’74, etc.

Si fueran países socialistas hubiéramos visto como China, Rusia, Vietnam, etc se hubieran unificado en una Federación Socialista. Sin embargo, vimos como en los ’60 China y Rusia entraban en guerra por cuestiones fronterizas. Vimos también como Rusia invadió Hungría en el ’56 y Checoslovaquía en el ’68. Vimos como China invadía Vietnam en los ’80. En definitiva vimos como cada burocracia defendía su coto de caza particular, su esfera de influencía y de poder, practicando un nacionalismo estrecho y provinciano y olvidando las más básicas enseñanzas de Marx y Engels sobre el internacionalismo y la necesidad de la unidad internacional de los trabajadores frente a los capitalistas.

Pero, lo más importante no es constatar el hecho de que estos regímenes no han seguido los más elementales principios del socialismo. Lo que nos importa es explicar el por qué. Y esto tiene mucho que ver con el sujeto revolucionario, la clase obrera. El caso de Rusia es el único en el que se dio una revolución socialista basada en la clase obrera. Sin embargo, debido al aislamiento exterior, el atraso histórico y la guerra civil, el recién creado estado obrero ruso fue cayendo en manos de una burocracia parasitaria que acabó con cualquier atisbo de poder obrero.

La cabeza visible de esa burocracia que se alzó contra el poder de los trabajadores fue Stalin, que implantó un régimen de terror policíaco-militar, lo que los marxistas denominamos un régimen bonapartista. Este régimen eliminó todas las conquistas de la revolución, excepto la economía planificada. Todo esto quiere decir que estos países no eran capitalistas, pero que tampoco llegaron al socialismo, se quedaron en el camino. Las revoluciones posteriores a la rusa ya no tomaron el modelo socialista de Lenin y Trotsky, sino el de Stalin, un modelo burocrático y anti-socialista.

Las revoluciones china, cubana,... al igual que en los países de Europa Oriental no fueron revoluciones socialistas dirigidas por la clase obrera. En el caso de la Europa del Este, vimos un doble proceso: por un lado, las masas se levantaron contra la ocupación fascista y por otro, éstos países quedaron ocupados por el ejército soviético en su arrollador avance militar contra la Alemania nazi.

En el caso de China, se desarrolló una guerra campesina contra el imperialismo nipón y la propia burguesía china. Salvando las distancias, un proceso similar tuvo lugar en Vietnam. En Cuba, la «revolución» se desarrolló principalmente como una guerra de guerrillas y sólo al final del proceso la clase obrera entró en escena. Ni Mao ni Castro buscaban conscientemente el socialismo en un primer momento. Atrapados en la concepción estalinista de la revolución por etapas entendían que el proceso revolucionario no podía superar la fase democrático-burguesa.

En ningún caso hubo una revolución socialista dirigida conscientemente por un partido obrero revolucionario y, sin embargo, en todos estos países se derribó el poder de los capitalistas y terratenientes, se expulsó al imperialismo y se llevó a cabo la revolución agraria. Y a pesar de las pretensiones de Castro y de Mao que querían una democracia burguesa, el resultado obtenido fueron estados obreros deformados burocráticamente, siguiendo el modelo estalinista.

Lo que demuestran estos peculiares desarrollos de la lucha de clases es la extraordinaria vigencia de la ley de la revolución permanente, que en otra sesión de esta escuela tendremos oportunidad de estudiar en profundidad.

Decíamos entonces que lo obtenido fue un estado obrero deformado, es decir, un régimen estalinista. La diferencia fundamental entre un régimen socialista sano y la deformación grotesca del estalinismo reside en que en el primer caso la clase obrera tiene el control del aparato del estado y del gobierno y puede, por tanto, dirigir los destinos de la economía y la sociedad. En un sistema estalinista los trabajadores no son protagonistas de su destino y son relegados, en el mejor de los casos, a la ratificación pasiva de los decisiones tomadas por un círculo de burócratas y funcionarios estatales.

Ya sabemos lo que queremos decir con el término estalinismo. Ahora hay que explicar porqué estos regímenes están condenados al fracaso, porqué la mayoría ha desaparecido y los que quedan siguen este mismo camino. Vamos a intentar explicarlo lo más fácilmente posible.

El marxismo parte de la base de que el desarrollo económico es la fuente del desarrollo general de una sociedad. El capitalismo es un sistema que no puede seguir desarrollando la sociedad porque las fuerzas productivas, es decir, la energía de la sociedad, se ve frenada por dos grandes obstáculos: el estado nacional y la propiedad privada de los medios de producción.

El capitalismo no podrá superar jamás sus crisis cíclicas, ya que, la explotación a la que se ve sometida la clase obrera impide que ésta pueda absorver la producción completa, originándose la crisis de sobreproducción, que hoy toma la forma de una crisis de sobrecapacidad. Es decir, el capitalismo tiene capacidad industrial instalada para producir mucho más de lo que produce. Si no lo hace es para evitar la sobreproducción.

¿Y el estalinismo? ¿Porqué entró en crisis? ¿Acaso no existe planificación económica? ¿Quién o qué era lo que ahogaba el crecimiento económico? Existe una famosa frase de Trotsky en su libro "La Revolución Traicionada" que dice: "La burocracia es el taller que retrasa a los demás talleres". En un principio, cuando Rusia todavía era una economía agraria y poco desarrollada, el freno al desarrollo de las fuerzas productivas que representaba la burocracia tenía un carácter relativo. Más tarde, ese freno se convirtió en absoluto.

Rusia pasó de una dependencia semicolonial durante el zarismo a disputarle al coloso norteamericano la primacía mundial. Y eso fue debido a las ventajas de la economía planificada. No obstante, se ha calculado que sin el lastre burocrático el desarrollo económico alcanzado hubiera sido tres veces superior, superando a los EE.UU. en la década de los '60. Sin embargo, esta perspectiva totalmente posible y realizable no se cumplió nunca.

En los '60 y '70, la economía soviética producía un millón de artículos diferentes. Sin la participación democrática de las masas en la elaboración y ejecución del plan económico es totalmente imposible gestionar adecuadamente una economía tan compleja. Trotsky lo dejó claro en su libro "La Revolución Traicionada": "Una economía planificada necesita la democracia, tanto como el cuerpo humano el oxígeno". Sin control obrero, sin sindicatos libres, sin libertad de expresión la corrupción, el despilfarro, la ineficacia y el nepotismo florecían como las margaritas en primavera.

Veamos algunos ejemplos de la ineficacia burocrática. A finales de los '60, la propia prensa oficial soviética denunciaba el caso de un pozo de gas recién descubierto en Siberia que no se pudo explotar debido a que las autorizaciones de 37 ministerios llegaron tarde y el gas sufrió una fuga y terminó perdiéndose. También denunciaba que la mitad de los viajes hechos por camiones de transporte lo hacían sin carga, lo cual es un despilfarro inaudito.

El Viceministro de Pesca en la era Breznev fue ejecutado por corrupción en 1982. Era el cabecilla de una red ilegal de tráfico de caviar hacia Occidente oculto en latas de arrenques. Este burócrata tenía enormes sumas de dinero en Suiza y muchas propiedades repartidas en todo el mundo. Otros 100 altos burócratas fueron detenidos en la estafa. Una estafa de más de tres millones de rublos, que en aquella época podían convertirse en más de 1.000 millones de ptas. El mismo Breznev tenía una piscina olímpica aclimatada en el sótano de su dacha, además de coleccionar coches de lujo. Por eso, Nixón durante una visita oficial a Moscú en 1972 le regaló un Cadillac, que se unió a un garage repleto de Mercedes, Rolls Royce, Sedans, Chevrolets, etc.

Un grupo de funcionarios del Ministerio de Finanzas se apropiaron durante 15 años de los salarios de una empresa fantasma de más 1.000 trabajadores supuestamente localizada en Moscú. La corrupción oficial es la madre del mercado negro. Un mercado negro donde se podía encontrar cualquier producto, eso sí a precios que sólo podían pagar los burócratas. La mitad de la producción agrícola desaparecía en el corto viaje que hay entre las plantas productivas y los almacenes. Estos son breves ejemplos de cómo el parasitismo de la burocracía bloqueaba el desarrollo.

Desgraciadamente, no me queda más tiempo. Sólo añadir, para terminar, que el futuro de la humanidad pertenece al socialismo y al comunismo. Como decía Trotsky, el hecho que un proyectil no dé en el blanco no invalida las leyes de la balística. El estalinismo es ese proyectil que no invalida en absoluto la evolución de la humanidad hacia una sociedad sin clases. Hoy día el gran dilema de socialismo o barbarie es más actual que nunca. Con métodos bolcheviques y una política correcta podremos construir el partido y junto a la clase obrera enviar de una vez para siempre al estalinismo y al capitalismo al estercolero de la historia"